Consumo de alcohol: ¿Cómo te afecta al conducir?
Naturalizado como parte de muchas actividades sociales y divertimentos, el consumo de alcohol acompaña la vida cotidiana de muchas personas. En consecuencia, hay quienes subestiman sus efectos a la hora conducir, poniendo en riesgo su vida y la de quienes los rodean.
De hecho, el consumo de alcohol es una de las principales causas de accidentes de tránsito.
Las cifras son claras al respecto: 1 de cada 4 personas internadas en hospitales públicos de todo el país a raíz de un siniestro vial, han consumido alcohol en las seis horas previas al accidente, según el sitio oficial Argentina.gob.
¿A qué se debe este riesgo?
Aunque los efectos pueden variar según el nivel de alcoholemia, en términos generales, las alteraciones más frecuentes que el consumo de alcohol produce al conducir incluyen
– Disminuye el campo visual, generando dificultades en la percepción.
– Aumenta el tiempo de reacción, limitando así la capacidad de respuesta a imprevistos.
– Se altera la percepción de las luces, incrementando la posibilidad de sufrir un deslumbramiento.
– Altera el equilibrio, por lo que los movimientos pierden precisión.
– Afecta la atención, aumentando el riesgo implícito en ciertas maniobras, como las incorporaciones a una vía.
En pocas palabras, beber alcohol hace que las personas pierdan la capacidad de juzgar la velocidad, la distancia y otras situaciones relativas a la conducción de un vehículo.
Además, debido a que el alcohol reduce el sentido de la responsabilidad, es frecuente que, bajo sus efectos, las personas se vean más fácilmente involucradas en conductas de riesgo.
Lo que marca la ley
La normativa vigente en Argentina, habilita un nivel de alcoholemia por debajo de 500 miligramos de alcohol por litro de sangre, para conductores de vehículos no profesionales distintos de motos. Para quienes están al frente de estas últimas, en cambio, el valor permitido es inferior a 200 mg.
Por encima de estos niveles, la ley prohíbe manejar. ¿Por qué? Cuando la alcoholemia supera estos valores, se triplica el riesgo de sufrir o provocar un accidente de tránsito.
Pero, dado que las primeras alteraciones causadas por el alcohol en el organismo, pueden comenzar antes de que el conductor o la conductora sienta que está bajo sus efectos, el único valor completamente seguro es 0% de alcoholemia. Es decir, no beber y conducir.
En resumen, beber alcohol y conducir no son compatibles. Pese a ello, al circular en la vía pública, no solo dependemos de las propias decisiones, sino también, de las de quienes nos rodean. Por eso, siempre es importante contar con el respaldo de una cobertura de seguro confiable. Conseguila de manera simple, aquí.
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